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José Luis González Vallvé

6 de abril de 2017, como siempre, demasiado pronto me fui al aeropuerto, por esa impaciencia que tengo con los vuelos, facturé solo, a las 15,45 como previsto, comenzaron a llegar: Grupo majo: que resultaría majísimo, educados, tolerantes, resistentes, todos pacientes menos el menda; nos hicimos la foto con la camiseta Yakaar (Esperanza) embarcamos, pasamos el estrecho, sobrevolamos Marruecos con varias explanaciones geométricas que me intrigaron, todo desierto y rocas chocolate, y nos pasó por debajo un avión de Emirates que estaba en Dakar cuando llegamos.  

Caos en el aeropuerto de Dakar, aperitivo del caos del país, nos esperan Demba guía y conocedor de todo en Senegal y Omar buen conductor, las maletas a la baca con cuerda que funcionó y al hotel La Madrague en N’Gor, que anunciaba ya la relativa calidad de los hoteles senegaleses, cena desistiendo de todas las juiciosas recomendaciones: solo verduras hervidas y frutas peladas, rico pincho de rape y “première” de suministro de Gazelle en botellas de 650 cl, la ligera y rica cerveza senegalesa gracias a la cual sobrevivimos al polvo, calores, hipos…y ascensiones varias.  

7 de abril, mañana de viaje largo que resultaría de los cortos, pero ya muestra de las contradicciones africanas: miles de niños descalzos, sucios, mocosos, con la camiseta de Cristiano en la calle, al parecer los padres los abandonan en una escuela coránica que, por lo visto en St. Louis, es entre seminario y cárcel de la que huyen a la calle, incluso nacionales españoles enviados por sus papis musulmanes desde España; antes pasamos por el aeropuerto de Dakar para intentar recuperar el cartel de inauguración de la escuela olvidado en el avión; Multa en carretera, nos pararían muchísimas veces: aduanas, policía, “gendarmerie”, hasta el ejército, parece fue una “coima” con la disculpa del llevar mal el retrovisor, cuando te hartas de ver pasar sin multa furgonetas Peugeot 504 con treinta pasajeros y ganado, pura chatarra, penitencia a pagar por “turistas”, craso error pues los espantan en vez de atraerlos que tanta falta les haría; comemos en el Flamingo de St Luis ensalada, Capitán y mango y tarde de paseo y shock en carrito de caballos.  

Otro paisaje, otro mundo: cochambre, basura, vacas, cerdos, pollos, carricoches y en medio mujeres súper vestidas con traje largo amarillo o rojo y hasta turbante, cayucos, raspas de pescado, desidia y plástico la ruina medioambiental de estas tierras que nadie recoge y parece que pensaran que o no tienen problemas o se arreglaran solos o por otros, con un aire fresco cuyas frigorías J Mª nos recomienda almacenar para los días de calor.  

8 de abril. Subimos hasta la frontera de Mauritania. al parque de pájaros de Djoudj, tercera reserva ornitológica del mundo y primera zona húmeda al sur del Sahara, espectacular, llegando vemos chacales y allí: gigantescos pelicanos, cormoranes, garzas y hasta un gran varano: lagarto gigante tomando el sol, vuelta a comer al Flamingo , el campo sin cultivar solo ganados suelto: cabras, vacas, jabatos, ovejas y llegada a Loumpoul, dejamos furgoneta y maletas y en camionetas 4×4 a toda pastilla y con mochila nos llevan al campamento del desierto, siguen las mujeres cargadas de agua fardos o niños y los hombres tumbados o sentados ante los campos yermos.  

9 de abril. Domingo de ramos, duermo bien en la jaima del desierto, después de la cena cuscús con pollo y concierto de percusión regado con abundante gazelle, hace fresco de noche y mañana de rocío en la lona húmeda que podría aprovecharse para agua y riego, desayuno en la jaima común y vuelta en camioneta a Loumpoul donde niños y mujeres no paran de pedir, paramos en Touba gran mezquita descascarillada.    

Me irrita este simplismo feudal con liturgia absurda, incomoda e inútil: mujeres tapadas, todos descalzos que los tiene en el atraso y miseria; vemos un mercado de ganado, mucho poblado primitivo de cabaña redonda de barro y techo cónico de palmera, en Kaffrine salimos a la N 1 Dakar-Mali, llena de camiones malienses yendo y viniendo del puerto de Dakar, paramos en una gasolinera con un horrible calor a comprar agua y pan en Kourgheul, culmen del destartale: miseria, basura, calor suciedad…buscamos un sitio para picnic, pero el menos malo lo ocupa la policía y lo hacemos junto a un árbol y unas cabras, cuyos pastores disfrutan de nuestras viandas y nos entretienen; a la entrada del parque de Niokolo Koba paramos en el Campamento de Wassadou, muy agradable, paseo en barca por el rio Gambia: monos, pájaros y la gigantesca boca abierta de un Hipos, ducha, afeitado y buena cena de cuscús con pollo en salsa y mas gazelle junto a otra troupe española de El país y Goma-espuma.  

10 de abril, me despiertan en Wassadou pájaros y ruidos de animales, desayuno agradable en la gran cabaña y 3 h. de baches hasta Mako: las mujeres lavan a golpes la ropa en el rio Gambia, ¡Qué invento la lavadora¡, llegamos a Kedougou con muchísimo calor, al Beddick un hotelito decente con piscina, pollo con arroz, calor y gazelle, aunque parece que el record lo batió un viaje con cerca de 80 botellas que nunca están suficientemente frías, siesta y visita al mercado con Daniel: cochambre, peste, vacas un árbol lleno de buitres, el único mercado donde no apetece comprar y siempre muchas vendedoras sin comprador o compradora, tarde en la piscina hasta con gin-tonic.  

11 de abril, martes santo me despierta el gallo en esta habitación de cama barroca y colcha roja brocada que desemboca directamente en el horno exterior de arena roja, excursión a Dindefelo, parada tierna de visita a la familia de J M, llenos de regalos, subida hasta la cascada que nos deja pasmados y baño en su poza mágica que nos deja frescos y nuevos, bajada al pueblito donde comemos lentos, yassa poulet, arroz con pollo y salsa de cebolla y gazelle templada, paramos en una huerta de Yakaar, muy buena idea, y regreso por los baches hasta el hotel; piscina wifi y gin tonic.  

12 de abril, gran excursión a Ibel pueblito Beddick allá arriba, anclado en su prehistoria, costosa subida que hacemos siete, y apenas resisto, Jean Batiste el jefe del pueblito nos cuenta la historia de sus ruegos al genio del baobab sagrado que lanzó las abejas y derrotó al ejercito del rey de la vecina Guinea que les perseguía, y de los gemelos que se convirtieron en piedra y la mujer que solo se convirtió a mitad, cola de niños para los caramelos que se agotan, absoluto primitivismo mujeres moliendo mijo, sin agua ni luz ni nada, descenso muy caluroso y cansado y almuerzo de viandas del grupo con cerveza en lata.  

13 de abril jueves santo, nostalgia de Semana Santa, los arboles reyes de África, dan sombra, frutos, bebida muebles…envío fotos a familia y amigos, asombrados de la cascada de Dindefelo; Quizás una solución sería el catastro de la tierra, es imposible que la trabajen si no la sienten suya, carretera de Tambacounda a Ziguinchor 400Km, cambia la fisonomía constructiva, de la genuina cabaña redonda de murete de barro y techo cónico de palmera, al cobertizo feo de bloque de hormigón y techo de chapa, la pobreza genuina no es patética, pero sí lo es, la que pretende imitar la normalidad, muchos controles, entramos en la Casamance donde hubo guerrilla hasta el 2.000 que acabo según Demba por hartazgo popular, en un control del ejército nos hacen bajar de la furgoneta y pasar andando bajo un sol de plomo con los pasaportes en la mano y la urgencia de encontrar una toilette fácil para los hombres, pero las mujeres…  

Quizás a la intensidad de la vida “artificial” occidental que aquí extrañamos envuelta en comodidad: coches, aire acondicionado, moquetas, baños, limpieza, cuidado, desapegada de lo natural que sustituimos falsamente por la parcela, el campo o el perrito, se supla aquí con la intensidad de la vida natural: tierra, arboles, animales…y otro estilo de convivir hombres y bellas mujeres.   

Entramos tarde y agotados en Ziguinchor junto a una gigantesca montaña de cacahuetes, lo único aquí abundante. Buen hotel Kadiandioumagne, lleno de franceses jugando a antisistema con piscina junto al rio y buen comedor animado en la cena por cantante y guitarra que hacen a todo, comemos pez capitán el de los bigotes y cenamos dorada, paseamos la ciudad, compramos papel para hacer el cartel olvidado en el avión, lo único decente la iglesia-catedral con los oficios bien cantados, votamos volver en avión a Dakar evitando la paliza e incertidumbre del paso en coche por Gambia.  

14 de abril viernes santo, desayuno en el hotel junto al estuario de cayucos, parada en el puerto lleno de capitanes, barracudas otolitos…que raspan y abren allí entre moscas y basura, vistamos la casa impluvium y una estupenda y gran huerta de Yakaar donde solo trabajan mujeres y un simpático y minúsculo encargadito nos explicará las cuentas ante la mirada gerencial de Demba que insiste en que todo tiene que pasar por Yakaar.

Por el camino un colorido, animado y bailongo grupo de muje-res nos acoge y acompaña hasta la ceremonia de inauguración de la maternidad en cuya mesa presidencial me sientan con el alcalde, José Mª, el médico y la matrona, emociona ver el sincero agradecimiento de estas gentes,…merci, merci, merci…algunas mujeres piden matrimonio a los blanquitos, o directamente poniéndoles una rama encima, o con la ayuda de Demba, cacahuetes, mango, licor de palma fermentando por lo que aun no tiene alcohol y así lo pueden beber los musulmanes; Después de la emocionante ceremonia llegamos al Hotel le Bar de la Mer de un belguita en la lejana playa de Kabrousse donde comeremos y cenaremos gambas y pincho de rape; baño, siesta y gran paseo por la inmensa playa hasta Guinea Bissau entre vacas, gaviotas y conchas.  

15 de abril sábado: baño a las 7 en el mar, inundo la habitación: aquí ninguna ducha tiene cortina ni mampara, desayuno junto al mar, Carlos mal; glucosa alta, al parecer llamaron a un medico pero no pudo venir, hoy mejor, hay un coche de Naciones Unidas de Guinea Bissau con un argentino/uruguayo que desayuna mate, con mujer negra y niño tostado.  

Vamos a Cap Skiring: mercadillo de artesanía, las chicas se eternizan comprando, me pongo nervioso esperando sentado en una silla de ceiba con Demba, paramos en Mlomp a ver la casa de barro de dos pisos y las ceibas gigantes, y de ahí inauguración de la escuela de Cagnout, gran, colorida y emocionante ceremonia conducida con buen tino y mejor voz por un simpático presentador camisa roja reflectante y sombrero negro, aplazamos comer por el entierro del anterior alcalde y lo haremos en el patio de la escuela: arroz yassa con cuchara, ellos preferirían dedos, rodeados de buitres, el jefe musulmán de azul celeste 66 años quiere ser mi amigo, me pide el teléfono y en Elinkine embarcamos para Carabane con mochilita para uno o dos días por si Omar no llega a tiempo de nuestro aterrizaje en Dakar atravesando Gambia.  

Nos refresca la travesía por el estuario lleno de manglares, garzas y pescadores franceses, el hotel es entre seminario y correccional, no piscina, no aire, si mosquitero y cama pequeña, solo un barito en la iglesia, mosquitos y chistes para compensar y a pesar de la presunción de Demba se acaba la gazelle: vemos los pescados que traen los franceses: capitán que también llaman plexiglás y otolito, cenamos cuscús.  

16 de abril ya domingo de resurrección, visitamos la isla: la biblioteca de Yakaar está cerrada, no hay calle pavimentada, vemos el taller del modisto Paco Carabane, parece increíble su pretensión, pero allí esta afanándose en terminar un traje de señora bien colorido que tiene que entregar a las 10, a esa hora volvemos a Elinkine y en otro coche después de varias paradas con controles impertinentes, llegamos al aeropuerto de Ziguinchor único lugar con buen aire acondicionado, lio con los nombres, J Mª y Mª José consiguen plaza, volamos en un Embraer 145 y envueltos en una nube de polvo y arena, que impide ver nada, llegamos a Dakar donde milagrosamente espera Omar con la furgoneta en la que nos vamos al hotel Pierre de Lise, el mejor de todo el viaje, nos bañamos en la playa de agua fresquita y agradable y gran merendola con los restos de las viandas que aun son muchos y litros de Gazelle, ducha y cena de chistes y gin tonic que es vodka, pincho de rape, buen conjunto de jazz senegalés, junto a mi habitación dos garzas reales se pasean elegantes y orgullosas.  

17 de abril último día, baño de mar a las 7 de la mañana, agua fresquita, desayuno de tortilla y malarone; salimos: visita al lago rosa que es gris y salado, donde acababa el rallye, hasta que se lo llevaron a América por los atentado islamistas en Mauritania, por el camino vemos pescaderías que de tanta mosca parecen “mosquerias”, luego al ferry embarque para Gorée, la isla de los esclavos, el conjunto mejor conservado urbanística y arquitectónicamente de todo Senegal.  

Vemos el castillo y los enormes cañones franceses que hundieron al Tacoma, un mercante sueco, pensando que allí estaba de Gaulle en la batalla con Petain durante la II Guerra Mundial, comemos gambas y dorada perseguidos por vende-dores, visitamos la Casa de los esclavos, impresionante con su puerta al mar sin retorno, ferry de vuelta: visita larga a otra tienda de mas collares y cremas, sueño de cuarto de baño decoroso en Le Meridien o el Radisson, vuelta por Dakar destartalado con algún edificio megalómano, sin centro a pasear y por la Corniche junto al mar bonita naturaleza y algunos apartamentos apetecibles, subimos al gigantesco y soviético monumento al Renacimiento de la Negritud levantado por Wade en 2010, hecho en Corea del Norte, tomamos la última copa en, según Demba la zona VIP y después de 6 o 7 controles asiento 28C y a las 4,45 en Madrid.  

Fin del viaje entre regusto de aventura, cansancio físico, desconcierto ético/moral por el privilegio/injusticia que supone haber nacido en uno u otro lugar, voluntarismo ¿posible?, dudas sobre gusto o rechazo de vuelta a la rutina, y sabor a Gazelle…